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El Euro Dracma, una bocanada de oxígeno monetario para Grecia.

Par Bruno Théret & Thomas Coutrot & Wojtek Kalinowski

16 mars 2015

Artículo inicialmente publicado en el diario francés Liberación, el 16 de marzo de 2015

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Die deutsche Übersetzung finden Sie hier

El acuerdo firmado el 28 de febrero por el Eurogrupo le permitió al gobierno griego ganar tiempo para comenzar a implementar su política. Pero este verano, fechas importantes para los reembolsos incrementan la presión sobre la Grecia. El BCE cerró la posibilidad de refinanciación de bonos emitidos por el estado griego a los bancos y el gobierno griego podría ser obligada a apelar a los mercados financieros extranjeros para honrar sus deudas, lo que sólo puede aumentar la presión que experimentó para continuar en el camino devastador de las políticas de austeridad.

En estas circunstancias, la ’elección’ del camino a tomar, por donde las instituciones europeas quieren forzar al gobierno griego está entre la continuación de las políticas actuales o una salida voluntaria o involuntaria de la zona euro, con el establecimiento de una nueva moneda griega devaluada. Sin embargo, existe una tercera vía que podría permitir que Grecia recupere oxígeno sin pasar necesariamente por las tenazas de Bruselas o abandonar el euro : la puesta en circulación de un instrumento monetario a nivel nacional, un "euro-dracma " que quede vinculado al euro al valor de paridad, para complementarlo y no reemplazarlo.

Esta solución, que no es contraria a los tratados europeos, está inspirada en los bonos en concepto de anticipación de impuestos (tax anticipation scrips) emitidos con éxito en los Estados Unidos por varias ciudades en la década de 1930 o el “pagaré” (IOU, “I Owe You”), que todavía se utiliza por algunos Estados como California. Implica emitir, no una moneda de curso legal, sino un simple "instrumento de crédito fiscal", por tiempo limitado pero renovable y que sea utilizable como un medio de pago. En otras palabras, el “euro-dracma” sería una moneda de pago apelando directamente al público fuera de cualquier intermediación bancaria. No seria de circulación obligatoria, simplemente se propondria su utilización a los ciudadanos griegos. En una economía sofocada, debe ser posible su aceptación como medio de pago si su valor nominal permite pagar impuestos.

La idea es restablecer el circuito de dinero del tesoro público para superar el colapso de la misión de servicio público del sistema bancario privado y poner este circuito del Estado al servicio de la economía productiva, de manera similar a su movilización en Francia en el período de la posguerra para financiar la reconstrucción.

Otro ejemplo histórico es el de las monedas provinciales en Argentina. En 1985, después del retorno a la democracia, varias provincias del Noroeste del país emitieron “bonos de cancelación de deudas” (bocade) usados como moneda interna provincial. Durante la crisis del peso, en el año 2001 la emisión de este tipo de bonos se ha extendido por mas que catorce provincias. Estas experiencias son despreciadas por los defensores de la ortodoxia monetaria, lo que explica que sean desconocidas.

Sin embargo investigaciones recientes sobre el Patacón emitido por la provincia de Buenos Aires en el año 2001 y el Bocade puesto en circulación en la provincia de Tucumán en el periodo 1985 a 2003 muestran en cambio que estas experiencias monetarias son de gran interés para sugerir una salida alternativa en los países afectados por la crisis del euro.

De hecho, antes de desaparecer bajo la presión del FMI en el 2003, las emisiones de estos instrumentos públicos de pago, cuando ellos fueron bien administrados, condujeron a mitigar considerablemente los efectos sociales de una recesión profunda y prolongada favoreciendo la recuperación de la economía y la reducción de la deuda pública. Estos experimentos demuestran que en un contexto federal regido por el principio de subsidiariedad, la moneda federal puede coexistir con monedas complementarias provinciales.

Siguiendo estos ejemplos, el euro-dracma debería ser puesto en circulación a través del gasto del sector público, mediante el pago parcial de salarios y pensiones a los funcionarios, de beneficios sociales, así como de los proveedores del Estado, y su reflujo para el erario asegurado por el pago de impuestos. Su circulación sería a priori restringida al territorio griego y el comercio que cubre las necesidades básicas de la población (alimentos, ropa, salud, educación, servicios públicos, vivienda) ; su convertibilidad al euro sería parcial, limitado a aquellos que lo necesitan para las importaciones en euros. En la medida en que Grecia controle completamente sus recursos fiscales, la conversión de euro-dracmas en euros surgiría sólo como problema marginal puesto que el volumen de emisión sería medido. Por otro lado, manteniendo el valor de la euro-dracma a la paridad con el euro se vería facilitado si una reforma fiscal conjunta aceleraría la velocidad de movimiento del dinero (por ejemplo, gracias a una mensualización de los impuestos) y reduciría la evasión de impuestos.

Sin ser una panacea para los males de la economía y las finanzas públicas griegas, el euro-dracma resuelve varios desafíos a corto plazo : reactivar la economía local, financiar los servicios públicos básicos y reducir la deuda de corto plazo ("flotante") absteniéndose de recurrir a los mercados financieros externos. Ademas con la ayuda que proporciona ésta al reasentar la actividad económica al nivel nacional, el euro-dracma contribuiriá a fortalecer a largo plazo una economía mas sostenible y resistente a los choques externos.

Se puede decir que esto no resuelve el problema fundamental de Grecia, a saber la carga insostenible actual de la deuda pública. Renegociar la deuda es de hecho esencial, pero es una cuestión de equilibrio de poder entre Grecia y sus acreedores, y creemos que la adopción de la euro-dracma podría inclinar la balanza a favor de Grecia, dando mas tiempo y espacios de negociación para una posible cancelación parcial y/o conversión de la deuda, también dando la posibilidad de salir de la zona euro de manera menos catastrófica.

El éxito de esa política obviamente no es automático y depende de la capacidad del gobierno para fomentar la confianza en el valor monetario del nuevo instrumento. Las experiencias pasadas muestran que su introducción debe negociarse con el sector privado y también en el seno del sector público. También la creación de tal instrumento de pago requiere el apoyo de un bloque de fuerzas sociales con valores comunes de justicia social y dignidad nacional. La victoria electoral del Syriza y el fuerte apoyo popular del actual gobierno griego hacen pensar que existe este bloque que estuviera a favor del euro-dracma.

Thomas Coutrot, miembro del Consejo científico de Attac ; Wojtek Kalinowski, codirector del Instituto Veblen ; Bruno Théret, Director emérito de investigación en el CNRS, IRISSO, Universidad de París Dauphine.

Traducción en castellano de Pepe Sbattella, verificada por los autores

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